Tal y como ha explicado la cirujana pediátrica Tania Moratalla, quien coordinó al equipo de tres cirujanos pediátricos que participaron en la cirugía, con la estrecha colaboración del equipo de anestesia pediátrica de la GAI de Albacete, coordinado por la doctora Flor García Verdú, es la primera vez que la técnica se realiza en Castilla-La Mancha, una cirugía muy demandante "que requiere de una coordinación especial y estrecha entre anestesistas especializados en pediatría y cirujanos pediátricos, para poder llevarla a cabo", según ha informado la Junta en nota de prensa.
"Además de disponer de un instrumental laparoscópico de muy pequeño tamaño, los cirujanos pediátricos que la realizamos tenemos una extensa formación en cirugía pediátrica torácica y en cirugía mínimamente invasiva. Los anestesistas, de igual forma, deben tener una formación específica en anestesia pediátrica pues las necesidades de ventilación del niño durante el procedimiento son muy particulares por la propia complejidad de los casos", ha comentado la cirujana.
Los recién nacidos con esta malformación congénita presentan síntomas inmediatamente después del nacimiento, con secreción salivar excesiva que causa babeo, asfixia, dificultad respiratoria y sofocación o atragantamiento con las tomas, todo ello debido a una discontinuidad esófagica que no permite pasar la saliva hacia el estómago.
Además, una fístula entre la tráquea y el esófago distal provoca distensión gástrica por el paso del aire que puede empeorar la dificultad respiratoria y el reflujo del contenido gástrico a través de la fístula, produce neumonía por aspiración y contribuye también a la morbilidad, por lo que estos pacientes requieren un tratamiento quirúrgico precoz.
Clásicamente, la atresia de esófago se ha abordado a través de una toracotomía posterolateral derecha, es decir, abrir el tórax por el costado hasta llegar al mediastino del niño, que es donde hay que abordar quirúrgicamente la malformación.
Con la técnica implementada, se lleva a cabo la corrección mediante el uso de una cámara de pequeño diámetro y la colocación de otros dos puertos de trabajo para instrumentación. En definitiva, tres pequeños orificios que sustituyen a la toracotomía clásica con una apertura amplia del tórax. Este abordaje menos invasivo ofrece una excelente visualización del mediastino posterior en la zona de la fístula, que se cierra e independiza de la tráquea y se realiza una anastomosis del esófago proximal y distal, que se encontraban separados.
Con esta intervención, además de lograr una excelente visibilidad de las estructuras anatómicas, se consigue menor dolor postoperatorio y se eliminan los problemas asociados a las toracotomías como escápulas aladas, asimetría de la pared torácica, escoliosis y atrofia en músculos pectorales o dolor crónico en más del 50 por ciento de los casos tras la cirugía abierta, entre otros.
Según ha detallado la jefa del Servicio de Cirugía Pediátrica, María Soledad Fernández, "haber podido realizar esta cirugía con los cirujanos del Servicio de Cirugía Pediátrica de nuestro Hospital, en estrecha colaboración de los anestesistas pediátricos, se considera un logro y el inicio de una andadura hacia la excelencia en el tratamiento y la reducción de la invasión quirúrgica en Pediatría".