Son muchos los estudios que tratan de dar luz a los detalles sobre la inmunidad a la Covid-19 —algunos de ellos todavía por revisar—. Entre ellos se encuentra uno dirigido por Marion Pepper, profesora de Inmunología en la Universidad de Washington (EE.UU.).
El equipo encontró que los individuos recuperados tras presentar cuadros leves de la enfermedad desarrollaron anticuerpos específicos para el SARS-CoV-2, pero también linfocitos T y B. Mientras que los anticuerpos se desvanecen al tiempo de aparecer —lo que llevaba a pensar que la inmunidad frente a la nueva enfermedad podría no sostenerse mucho tiempo—, los linfocitos incluso llegan a aumentar con el paso del tiempo.
En los estudios que analizan los linfocitos de tipo T, se revela que resultan clave a la hora de lograr una protección frente a la infección más a largo plazo: la próxima vez que el virus entre en el organismo las células T lo reconocerán y desencadenarán una cascada de procesos para librarse del virus.
“El objetivo de la respuesta inmune es generar linfocitos T”, dice Manel Juan, jefe de servicio de inmunología del Hospital Clínic de Barcelona a La Vanguardia. “Por eso hay pacientes que están inmunizados sin anticuerpos”.
De hecho, la revista Cell publicó recientemente un estudio dirigido por Marcus Buggert, del Instituto Karolinska (Suecia) donde se halló que el SARS-CoV-2 provoca respuestas de células T de memoria robustas, amplias y altamente funcionales. Los participantes mostraron linfocitos unos tres meses después de superar la infección, incluso en ausencia de anticuerpos circulantes detectables específicos para el SARS-CoV-2.
La inmunidad también se apoyaría en una tercera pata que se ha dado a conocer recientemente. Y es que un grupo importante de la población ya se encuentra protegido sin haber pasado la enfermedad gracias a los linfocitos T (que se encuentran entre el 20% y el 50% de las personas). Estos aparecen con haber pasado un resfriado común —que también está causado por un tipo de coronavirus—.
Las células T pueden durar hasta 17 años después de la infección
“Los niños tienen fresca la inmunidad generada por los resfriados pues comparten espacio en centros donde se pasan muchos catarros. Por eso su respuesta sería más robusta de cara a una infección por coronavirus”, indica Juan.
Los adultos, que previsiblemente deberían estar más protegidos por haber vivido muchos más resfriados, sin embargo tienen un sistema inmune que pierde su capacidad de regulación, según propone Juan. El experto añade que se trata de una explicación tentativa que los estudios de cultivos celulares (entre otros) deben responder.
Lo mismo ocurre con el pronóstico sobre su extensión temporal. “Todavía no sabemos cuánto durará esta respuesta, pero los estudios sobre el SARS han demostrado que las células T contra el virus pueden durar hasta 17 años después de la infección”, señala Buggert. Por el momento, los datos hablan de unos pocos meses, que es el tiempo que lleva el SARS-CoV-2 entre nosotros. (La Vanguardia)